Las afecciones gastrointestinales son aquellas que atacan al estómago y los intestinos. Por lo general son ocasionadas por bacterias, parásitos, virus y ciertos alimentos. Sin embargo, algunos medicamentos también pueden provocarlas. Los trastornos intestinales pueden presentar síntomas diversos, como dolor abdominal, hinchazón, distensión y anomalías en el hábito evacuatorio, por ejemplo, constipación, diarrea o la mezcla de ambos.
El dolor e hinchazón abdominal son los signos más frecuentes, y normalmente se presentan cólicos abdominales. En la constipación funcional predomina la defecación poco frecuente, mientras que la diarrea funcional predominan las heces líquidas. Muchas veces, estos síntomas vienen acompañados de fiebre y fatiga, disminución del apetito, adelgazamiento no intencional.
Aunque estas enfermedades no son mortales, pueden ser crónicas y, en algunos casos, pueden ocasionar complicaciones que ponen en riesgo la vida. Por ello, es fundamental realizar algunas medidas de prevención. Entre ellas, destacamos el consumo de probióticos. Y es que, un estudio realizado en España por Arkopharma con la supervisión de la Sociedad Española de Microbiota, Probiótico y Prebióticos (Semipyp), encontró que el 70% de los españoles con problemas intestinales han notado una mejoría tras el uso de probióticos.
¿Qué son los probióticos?
Los probióticos son microorganismos que viven en el intestino. El ingerir estas bacterias consiguen grandes beneficios en el organismo, facilitando la digestión y la absorción de nutrientes, como vitamina B, calcio y hierro; por tanto, también fortalecen el sistema inmunológico.
Los principales beneficios de los probióticos
La suplementación con probióticos ayuda en el tratamiento de diversas patologías. Los probióticos indicados como prevención en tratamientos de trastornos digestivos son las lactobacillus reuteri ATCC 55730, lactobacillus rhamnosus GC, saccharomyces cerevisiae boulardii y lactobacillus gasseri.
Estos probióticos pueden combatir y prevenir enfermedades intestinales como colitis, síndrome del intestino irritable, enfermedad de Crohn e inflamación intestinal. También mejorar la digestión y combaten la acidez.
Sin embargo algunos pueden cumplir más de una función, como por ejemplo en el proceso de pérdida de masa corporal. Y es que, un estudio encontró que los lactobacillus gasseri tienen cierta implicación en la pérdida de peso, sin alterar la alimentación ni el grado de actividad física de las personas.
Por otro lado, algunas cepas de probióticos potencian el sistema inmunológico. Por esta razón, son indicados para las infecciones respiratorias (lactobacillus casei), infecciones vaginales (lactobacillus, lactobacillus rhamnosus), así como para enfermedades periodontales y caries (streptococcus salivarius).
También existen probióticos indicados para enfermedades de la piel y alergias, como dermatitis atópica y eccema (lactobacillus rhamnosus GC), alergia estacional (bifidobacterium longum, bifidobacterium lactis).
¿Cómo tomar probióticos?
Existen dos formas de ingerir probióticos. La primera es a través del consumo de alimentos con probióticos naturales, como el yogur, leche fermentada, productos orientales a base de soya, kéfir, chucrut, kombucha, entre otros.
Por otra parte, los probióticos también pueden ser consumidor en forma de suplementos, como líquidos o sobres que deben diluirse en agua o jugos naturales. También existen presentaciones en cápsulas.