Las dioxinas se pueden generar en presencia de cloro incluso en ausencia de combustión: por ejemplo, durante el proceso de blanqueado de papel y de otros tejidos en los que se emplea cloro, o durante la producción de clorofenoles, especialmente cuando estos procesos se llevan a cabo sin un control riguroso de la temperatura. También puede ser el caso la producción de los ácidos 2,4-diclorofenoxiacético (2,4-D) y 2,4,5-triclorofenoxiacético (2,4,5-T), empleados como herbicidas y plaguicidas, aunque el uso de este último está actualmente prohibido en todas sus formas.
¿Qué son químicamente las dioxinas?
Las dioxinas son compuestos orgánicos clorados de alto peso molecular, poco o nada solubles en agua (entre 4 – 10 mg/L) pero muy solubles en grasas (aprox. 500 mg/L), donde tienden a acumularse.
La 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina (TCDD), cuya estructura molecular se muestra en la imagen superior, se trata de un compuesto orgánico heterocíclico con dos átomos de oxígeno que actúan de ligadura entre dos anillos de seis átomos de carbono que incorporan en total cuatro átomos de cloro, en las posiciones 2, 3, 7 y 8. Su fórmula molecular es C12H4Cl4O2 y su masa molar es 321,97 g/mol.
Debido a su tendencia a acumularse en los tejidos vivos (bioacumulación), la exposición prolongada incluso a bajos niveles de concentración puede causar daños importantes para la salud. La exposición a las dioxinas no sólo es peligrosa a través del aire, sino que el fenómeno de bioacumulación hace que las dioxinas se incorporen a la cadena alimentaria a partir de las plantas, pasando a los organismos herbívoros, carnívoros y finalmente a las personas.
Formación de dioxinas en procesos de combustión
Los procesos de combustión en los que se generan dioxinas tienen lugar principalmente en industrias químicas, metalúrgicas, de vidrio y cerámica. Sin embargo, también se producen dioxinas en la combustión del tabaco y están presentes en el humo de los cigarrillos, en la combustión de madera y carbón (en barbacoas, chimeneas y estufas), en la combustión de los residuos sólidos urbanos en vertederos o en el ámbito doméstico, en la combustión obligatoria de residuos peligrosos (como residuos biológicos y clínicos) en plantas mal acondicionadas, en el humo de la cremación, las centrales eléctricas y las incineradoras.
En los últimos años, los avances tecnológicos han intentado crear una reducción considerable de las emisiones de gases contaminados con dioxinas a partir de estas fuentes, pero con resultados cuestionables (a pesar de que emiten nanopartículas peligrosas que pueden llevar a las dioxinas en un estado no gaseoso).
Las dioxinas en la cadena alimentaria
Las dioxinas, junto con los policlorobifenilos (PCB), son compuestos orgánicos tóxicos cuya concentración aumenta a medida que se avanza en la cadena alimentaria debido al fenómeno de la bioacumulación, por el cual van acumulándose desde un nivel trófico a otro y conducen a niveles más altos en la parte superior de la cadena alimentaria. Este efecto de biomagnificación se ha demostrado en particular en los ecosistemas acuáticos.
La consecuencia sobre la salud humana es que los niveles de contaminación por dioxinas en los alimentos son mayores a los de su nivel trófico correspondiente, por lo que el riesgo de contaminación es mayor.