En las últimas décadas, el planeta Tierra parece estar sufriendo desastres naturales cada vez más frecuentes y más intensos. Los incendios forestales intencionados, las inundaciones, los periodos prolongados de sequía y, especialmente, la tala indiscriminada de bosques están haciendo crecer la extensión de las áreas deforestadas en el planeta y que éstas sean mucho más numerosas. Grandes extensiones fértiles como la cuenca del Amazonas van poco a poco perdiendo terreno, dando paso a campos de cultivo y a áreas yermas con escasez de árboles.
En los últimos años se han talado muchos árboles, especialmente en África y Sudamérica, con nefastas consecuencias ante los desastres naturales. Entre los ejemplos que se pueden dar merece la pena mencionar un caso ocurrido en El Salvador que muestra la importancia de los árboles cuando ocurren desastres naturales como los terremotos. El Salvador, en América Central, es un país en el que se han producido varios terremotos durante las últimas décadas (ver más) y los árboles tuvieron una especial importancia en uno de ellos. Aunque no siempre ocurre del mismo modo, en el año 2001 se produjo un terremoto en este país centroamericano que causó muchas víctimas mortales al deslizarse una enorme masa de tierra que había sido recientemente deforestada. Probablemente, esa parte de la cordillera (cercana a un poblado con muchas casas aglomeradas) no se habría desprendido de haber estado cubierta de árboles, o el desprendimiento habría sido de menor magnitud.
Para evitar la deforestación, y al mismo tiempo combatir los desastres naturales, es importante reforestar las cerca de 2 mil millones de hectáreas de masa forestal degradada. Cuando se plantan árboles en las laderas de las montañas, las raíces sujetan la tierra y absorben el agua de lluvia, reduciendo el riesgo de desprendimientos y evitando los flujos de lodo. Además, los árboles mantienen el suelo fértil, dan cobijo a otras especies de plantas y animales, y consumen el CO2 de la atmósfera para producir el oxígeno que todos respiramos.