A principios de este año, investigadores de la organización viajaron a la Antártida para estudiar su fauna y encontraron una importante presencia de plásticos. Ni siquiera la Antártida, en la que la presencia de personas es residual, está libre de la contaminación humana.
Una parte de esos plásticos son visibles, fundamentalmente residuos de barcos pesqueros flotando en las aguas, como boyas, redes y lonas alquitranadas entre icebergs. Pero el problema más grave se puso en evidencia al tomar y analizar diversas muestras de agua y nieve: observaron que estaban contaminadas con microplásticos y productos químicos, causantes de problemas reproductivos y de desarrollo en la vida silvestre.
Según destacan en sus informes, las muestras de nieve recolectadas incluyeron nieve recién caída, lo que sugiere que los compuestos químicos peligrosos procedían de la atmósfera. Igualmente, algunos microplásticos pueden tener su origen en fuentes locales, como el turismo o el transporte marítimo, pero otros podrían haber llegado desde lugares más alejados.
Por este motivo, es necesario actuar cuanto antes y tomar medidas urgentes para detener el flujo de plástico hacia los océanos desde el origen, nuestras sociedades, impulsando el fin de la era de los plásticos de un solo uso. También tenemos que defender la creación de un santuario en el océano Antártico, que constituya un refugio libre de la acción humana para que los animales se recuperen de las amenazas que enfrentan. Este año se va a celebrar la reunión de la Comisión del Océano Antártico, donde los gobiernos podrán decidir la creación de este santuario.
Desde Greenpeace insisten en que van a seguir pidiendo a las empresas y administraciones que reduzcan la producción de plásticos, y a los gobiernos que protejan la Antártida.