El otoño es la época del año en la que la procesionaria del pino evoluciona a oruga y prepara bolsones para hacer frente al frío invernal. Rentokil Initial explica por qué el otoño es el mejor momento para combatir esta plaga y la manera más efectiva para ello
El otoño es el preludio de la época más fría del año. Es un periodo que sirve para aclimatarse y prepararse para las bajas temperaturas. «No somos los únicos que sacamos los abrigos y edredones del armario para cobijarnos y mantener el calor corporal».
En esta época del año, la procesionaria del pino se encuentra en la fase 3 de su ciclo biológico, esto es, su etapa de desarrollo. Como si de un ejército en formación se tratara, las orugas comienzan a alistarse y prepararse para la llegada del invierno construyendo unos nidos de seda o bolsones -pueden llegar a contener hasta 300 orugas- que utiliza a modo de refugio. La multinacional especializada en control de plagas e higiene ambiental, Rentokil Initial, explica por qué el otoño es el mejor momento para combatir esta plaga y la manera más efectiva para ello.
El otoño, fase 3 del ciclo biológico de la procesionaria
La procesionaria del pino cuenta con cinco estadios larvarios (fase oruga) hasta que se transforman en crisálidas, de las que después emergen las mariposas adultas. El ciclo reproductor y las tres primeras fases larvarias comienzan en verano y se prolongan hasta principios de diciembre. Es en otoño cuando la oruga procesionaria inicia su etapa de desarrollo y se prepara para la llegada del invierno construyendo los bolsones o nidos de seda en las copas de los pinos, de cuyas acículas se alimentan. Esta fase es muy variable y su duración depende de la zona en la que se encuentre la plaga -1 mes en zonas cálidas y hasta 3 meses, todo el invierno, en zonas más frías.
Además, empiezan a desarrollar pelos urticantes -500.000 tricomas por cada ejemplar- que, al desprenderse del cuerpo de las orugas y entrar en contacto con las personas y animales, ya en la quinta fase y cuando inician su descenso a la tierra, producen en ellos alergias, irritación de la piel en forma de sarpullido o erupciones, irritación de los ojos y problemas respiratorios.
Endoterapia, el tratamiento más eficaz para esta época del año
Si se detecta una plaga de procesionaria, lo más importante es, según Rentokil Initial, prestar especial atención a cualquier indicio de infestación, sobre todo si aparecen bolsones, y tener claro en qué fase del ciclo biológico se encuentra el insecto. Teniendo en cuenta que la actividad de la oruga procesionaria en otoño se concentra en las copas de los pinos, esta es la mejor época del año para combatir estos insectos, la principal plaga forestal de España, ya que todos los ejemplares están agrupados en los nidos de seda y están en proceso de desarrollo, es decir, comienzan a alimentarse de las acículas de los árboles. De esta manera, se puede evitar la defoliación de los pinos y, más adelante, en primavera, su peligrosa y conocida “procesión”.
El tratamiento más efectivo para esta fase del ciclo biológico de la procesionaria es la endoterapia. Este tratamiento consiste en inyectar en el tronco del pino un biocida que se va absorbiendo y adhiriendo a la savia hasta llegar a las hojas de las que se alimenta la procesionaria. Además, este tratamiento puede completarse con la rotura o la eliminación de los bolsones o nidos en los que se encuentran los ejemplares.
Un problema de salud pública
La procesionaria, especialmente cuando se trata de una plaga, puede convertirse en un problema de salud pública si no se trata a tiempo, por las consecuencias tan importantes que provoca en las personas y animales que entran en contacto con estos insectos. Los pequeños pelos con los que están recubiertas las orugas -500.000 tricomas por cada ejemplar- pueden producir alergias, irritación de la piel en forma de sarpullido o erupciones, irritación de los ojos y problemas respiratorios, una vez se desprenden del cuerpo -en el momento en el que inician, en primavera, su descenso en busca de un buen lugar donde enterrarse-. Los expertos aconsejan evitar cualquier contacto físico con las orugas, sus nidos, los árboles que puedan verse afectados por esta plaga y también sus pelos. También recomiendan evitar las zonas afectadas; proteger las zonas expuestas, especialmente la cara, los ojos, el cuello, los brazos, el torso y las piernas; y, en caso de producirse contacto, lavar la zona afectada con agua fría y aplicar un tratamiento antihistamínico o corticoides tópicos para controlar el picor y los eczemas. En los casos más graves, como dificultades para respirar, es necesario acudir a un centro de urgencias lo antes posible.
En las mascotas, los tricomas pueden provocar efectos muy graves, como necrosis en los tejidos de la garganta y la boca y reacciones anafilácticas que les pueden causar la muerte si no son tratadas a tiempo.
Fuente Comunicae