La organización ecologista internacional Greenpeace ha llevado a cabo análisis en 39 marcas de sal a nivel mundial: de ellas, 36 contenían microplásticos, o lo que es lo mismo, fragmentos de plástico inferiores a 5 mm. No lo vemos, pero está ahí. Pueden haber sido fabricados directamente así, pero muchos vienen de objetos más grandes como botellas, bolsas u otro tipo de envases y envoltorios que una vez en el mar se van rompiendo en trozos cada vez más pequeños por acción del viento, la luz solar o el oleaje.
Las grandes empresas comercializan cientos de productos con envases de plástico desechables y son las responsables de la crisis mundial por contaminación con plásticos. Con su modelo de negocio, venden millones de toneladas de plástico que terminan inundando los océanos. Y no solo eso: ahora hay evidencias de que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria y llegan hasta nuestros platos.
Solo en España, con un consumo medio recomendado por la OMS de 5 gramos de sal al día, cada persona estaría comiendo 510 micropartículas plásticas al año, según un informe de la Universidad de Alicante. Los riesgos para la salud humana del plástico en nuestro tracto gastrointestinal, donde puede ayudar a la transmisión de sustancias tóxicas y patógenos, son impredecibles.
Es necesario seguir trabajando para que las empresas se comprometan a reducir el uso de plásticos desechables, rediseñen los sistemas de distribución para minimizar o eliminar el embalaje, y se responsabilicen de la contaminación por plásticos que está inundando el medio ambiente.