Los combustibles fósiles son aquellos elementos que se originan de la materia prima descompuesta en la antigüedad, que fue enterrada y transformada por el aumento de la presión y de la temperatura, debido a las sedimentaciones depositadas sobre ellos, obteniendo así, componentes de contenido energético, como el petróleo, el carbón, y el gas natural.
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Origen de los combustibles fósiles
El comienzo de los combustibles fósiles se supone que fue hace aproximadamente 300 millones de años, cuando la mayor parte del planeta se encontraba cubierta por montes frondosos como helechos y por fangales. La vegetación es una reserva de energía química muy variada y hay que considerar que en épocas pasadas las cantidades de gases de oxígeno y de dióxido de carbono eran muy diferentes a las actuales, lo que producía combustibles fósiles esencialmente ricos en efectivos gases y sustancias químicas que beneficiaron el producto de estas fuentes energéticas.
Así mismo, se puede decir que cualquier resto vegetal o animal al pasar por los procesos de descomposición, fosilización, cambios de temperatura y presión, va sufrir variaciones bioquímicas y geológicas, y convertirse en un combustible fósil, por ejemplo, una simple rama de un helecho al pasar por estos procesos se va convertir en carbón al pasar los años.
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Formación de los combustibles fósiles
Los combustibles fósiles se fundan debido a un procedimiento de desintegración fragmentario de la materia orgánica. Es un proceso realmente lento, que dura millones de años ocasionado por la presión y cambios de temperatura que operan sobre la materia orgánica.
Se originan de manera natural por un procedimiento de falta de oxígeno ambiental, en el cual el elemento orgánico no ha sido degradado por bacterias que no pueden vivir, sino más bien subsisten en carácter de moléculas orgánicas más complejas, o sólidas como el carbón, líquidas como el petróleo y gases como el gas natural. La firmeza de estas moléculas es la que se exime como combustible.
Esta transformación de millones de años es la que reforma los combustibles fósiles en fuentes de energía no renovable, que se consumen mucho más rápido de lo que tarda en generarse.
Importancia de los combustibles fósiles
Generalmente se piensa en los combustibles fósiles como una energía negativa y contaminante para el ambiente, sin embargo, estos poseen una gran reserva calorífica que los renueva hasta convertirlos en una fuente muy útil para producir energía térmica. En la actualidad, los combustibles fósiles se vislumbran como el brote de energía más consumido en el mundo. Su utilización ha consentido un gran desarrollo económico y demográfico combinado con la revolución industrial del siglo XIX.
Los combustibles fósiles no solo son usados para generar energía eléctrica sino también para producir energía mecánica como automóviles, motores térmicos, entre otros.
Tipos de combustibles fósiles
Dentro de los principales combustibles fósiles se pueden distinguir el petróleo, el carbón y el gas natural.
Petróleo. Es un aceite mineral, formado por hidrocarburos, comprendido en amplias bolsas a las capas principales de la corteza terrestre. Ofrece una gran cantidad de productos utilizados como fuente de energía como la gasolina, el gasóleo.
Carbón. Es un mineral sedimentario de color negro, rico en carbono y otros elementos como el hidrógeno, el azufre, el oxígeno y el nitrógeno.
Gas natural. Está compuesto por una mixtura de hidrocarburos, unas moléculas constituidas por átomos de carbono e hidrógeno. Es la energía fósil más refinada en lo referente a residuos y emisiones atmosféricas, y constituye el combustible fósil más eficaz para la producción de electricidad. Este gas se puede emplear sin necesidad de modificarlo anticipadamente en electricidad. Esto le permite tener una eficacia mucho mayor y el proceso de almacenaje es más asequible y más factible que con el carbón y los provenientes del petróleo.